16.9.12

_atragantada en mi garganta una mosca cojonera en salsa rosa, tragaré como bien pueda y después la cagaré



cuando era pequeña hice caca detrás de un banco de piedra en el patio del colegio a la hora del recreo, justo al lado de una pequeña virgen de mármol que alguien regalaría a la hermandad, eran inmediatas las ganas y no pude aguantarme, excusa, no quería ir a los servicios y cogí el primer sitio a mano, pasó al lado una niña morena con las manos en los bolsillos y pantalones de pana, normalmente olía mal y quizás por eso siempre iba sola -con los años encontró amigas-, el caso es que se chivó a la monja de turno que andara de guardiana y gracias a dios y a santa teresa maría hermana nuestra que aquel día en vez de mi madre vino mi abuela a buscarme, al loro con esos seres comprensivos que saben guardar secretos, curioso que con el tiempo su mente desvaría hacia la más enquistada maldad en algunos de ellos

por cierto que ahora la virgencita está enterrada bajo un parking, dijeron que era para comprar más ordenadores, la verdad es que las monjas estaban en peligro de extinción, las recuerdo desde sus amplias celdas saludándonos con ternura, melancolía, cierta felicidad y un gran desamparo

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