19.1.13

ÇATALHÖYÜK


Montículos de Petra del color del buda de Leshan, suavizadas las cimas como trufa con cacao que se desparrama delicadamente, se mueve el suelo sigilosamente evaporándose el humo sobre la superficie con el viento, absolutamente silenciosa la Capadocia inundada, tan sólo accesible a través de una barca hecha de rótulas humanas, avanzar con las manos en el agua, tirolinas de una a otra ida, no hay vuelta atrás cuando cae la noche, no hay ningún otro animal, sólo una mujer habita una de las casas excavadas, y canta, susurra canciones mientras se oye un ruido de cisterna en el valle, no es posible entrar ni vivir en un lugar innombrable, el agua no corre y se encuentra terriblemente sosesagada, extasía ver el espejo que causa, la limpieza con que está armada, algunos árboles sobresalen para hacer sombra sobre el calor espeluznante que desde la ventana emana el pelo de la mujer que se baña -sólo se le ha visto la caballera- y en el oasis de la montaña se recrea la incandescencia del desierto, inesperadamente se oyen las cigarras cuando la fémina me abre su casa.


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