eran los curas que con sus túnicas me
hacían soñar con su indumentaria íntima, seguro que no llevan nada debajo, un
badajo de plomo que se enfila como una espada en el lomo, tan depravados como
su santa madre, tan sedientos de amor como su padre, sin más lengua que la interna
y sin más perdón que el de la sedimentación líquida, me recorren ríos de piel
cuando pienso en el confesionario cerrado con cortinas, me seduce atrozmente la
imagen de la puertita de madera troquelada en filigrana que se abre para dejar
paso al espacio del pecado
2 years ago
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