22.3.13

EL DESEO EN EL PURGATORIO





eran los curas que con sus túnicas me hacían soñar con su indumentaria íntima, seguro que no llevan nada debajo, un badajo de plomo que se enfila como una espada en el lomo, tan depravados como su santa madre, tan sedientos de amor como su padre, sin más lengua que la interna y sin más perdón que el de la sedimentación líquida, me recorren ríos de piel cuando pienso en el confesionario cerrado con cortinas, me seduce atrozmente la imagen de la puertita de madera troquelada en filigrana que se abre para dejar paso al espacio del pecado


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