se nos ponen a las dos los ojos tiesos
cuando vemos la muela entre las fauces del terreno y se atisba a lo lejos, a
través de esqueletos de roble invernal, pelos de catálogo acompañan una
comparsa íntima y lubricada, no me gusta que cualquiera acaricie mi muslo
empedrado de perlas de cabello mojado, lo que yo acaricio con dedicación y
esmero se enseña cuando yo lo deseo
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